Iván Alonso es, sino el principal, uno de los máximos responsables del buen andar de Cruz Azul. El directivo uruguayo llegó a la dirección deportiva y construyó desde sus cimientos un proyecto que tiene ilusionados a todos los cementeros. Líderes del Clausura 2024 y con un equipo que apunta a competir hasta el final del semestre.
La afición celeste es reconocida por su fidelidad absoluta. Fueron 23 años sin levantar un título y aún así Cruz Azul fue siempre local en cada recinto de México. Esos mismos fanáticos son los que ahora están rendidos ante cualquier decisión de Alonso, incluso le dieron un apodo sagrado con el que ya es conocido el directivo uruguayo.
“Padre Santo”, así llaman al charrúa en las conversaciones de a pie entre los cementeros. “Lo quiero mucho Padre Santo!! No tengo duda de que si le damos continuidad a este proyecto usted y el profe Anselmi nos darán la 10 y hasta la 11″, se expresaba un fanático en redes sociales sobre la figura del directivo.
“Lo amo Padre Santo”, se lee en una reacción en la última publicación de Iván Alonso en su cuenta de X (antes Twitter). Con los ánimos por las nubes, Cruz Azul, de la mano del Padre Santo, se encamina al último tramo del calendario en donde buscará sellar su pase directo a la Liguilla.
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El momento más difícil de Iván Alonso en Cruz Azul
Pero más allá del cariño que ha sabido construir el uruguayo, su paso por Cruz Azul no ha estado esquivo de piedras en el camino. Incluso antes de su llegada se encontró con problemas. Desde la prensa y otros sectores dirigidos por algunos clubes de la Liga MX pusieron en duda la honestidad de Alonso por lo que su paso por el Pachuca, en donde se le acusó -sin pruebas- de manejar mal los fondos del club.
Y ya con el torneo en curso, Alonso fue suspendido por todo un mes después de su encontronazo con Miguel Herrera en los pasillos del Estadio Ciudad de los Deportes. El polémico entrenador había puesto en duda la ética de Alonso en la previa de ese Cruz Azul vs. Xolos, y ya tras el pitido final, el directivo le fue a reclamar en un momento tenso que quedó inmortalizado por los presentes.
