Manuel Lapuente, una de las figuras más emblemáticas del fútbol mexicano, falleció este sábado 25 de octubre a los 81 años. Aunque su nombre está ligado a clubes como Puebla, Necaxa y América, también dejó una huella significativa en Cruz Azul, institución que formó parte de su recorrido como estratega.
Durante más de tres décadas se consolidó como un técnico de estilo exigente, meticuloso y con una filosofía clara: el orden y la disciplina son tan importantes como el talento. En su paso por La Máquina, imprimió esa identidad competitiva que caracterizó a todos sus equipos, buscando siempre sacar lo mejor de cada futbolista.
Nacido en Puebla de Zaragoza en 1944, comenzó su carrera como jugador en Monterrey antes de vestir las camisetas de Necaxa, Puebla y Atlas. Aunque no levantó títulos como futbolista, representó a México en 13 ocasiones y logró la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de 1967.
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Su etapa como entrenador inició en el año 1979 y lo encontró al frente de instituciones como Puebla, Tigres, Atlante, Necaxa, América y también Cruz Azul. En todos dejó una impronta de profesionalismo y carácter, aunque solo en algunos supo ganar trofeos de relevancia.
Fue campeón de la Liga MX en cinco ocasiones: dos con Puebla, dos con Necaxa y una con América. Sus equipos se distinguieron por su solidez táctica y su equilibrio, características que inspiraron a entrenadores posteriores, incluidos varios que pasaron por La Máquina.
Al frente de la Selección Mexicana, Lapuente vivió momentos de gloria. Condujo al Tricolor en el Mundial de Francia 1998 y, un año después, alcanzó uno de los hitos más recordados del fútbol nacional: la Copa FIFA Confederaciones de 1999, venciendo 4-3 a Brasil en el Estadio Azteca.
Más allá de los trofeos, Manuel Lapuente deja un legado de liderazgo, trabajo y pasión por el fútbol. Su paso por Cruz Azul y otros clubes dejó enseñanzas que aún resuenan en los vestuarios y en las canchas del país. Fue un técnico que exigía compromiso total y que enseñó a competir con inteligencia, orgullo y amor por la playera.
