Los números no mienten. Durante todo el semestre se estuvo hablando sobre cuál de los dos equipos que juegan en el Estadio Azteca estaban aprovechando realmente la condición de local en el reducto de Santa Úrsula. Y la respuesta, como era de esperarse, es que Cruz Azul fue ese anfitrión.
No solamente se trata de su condición de invicto en el Azteca, se trata de la cantidad de aficionados que llevó en sus partidos de local, por sobre su rival capitalino, que tradicionalmente había jugado en este estadio.
Cuando la Máquina fue local, asistieron 323.992 espectadores, un promedio de 35.999 aficionados por partido, muy por encima de los 232.203 que fueron a ver al América en el Azteca, en un promedio de 33.171 por partido jugado en la Calzada de Tlalpán. El promedio pesa más, porque el vecino tiene un partido menos en ese estadio. Pero es bien conocida la lealtad cementera.
Otra evidencia más de que la afición cruzazulina es, por lejos, de las más leales del continente. Si no abandonaron en las malas, ahora que las cosas parecen pintar bien, incluso en un estadio con un césped indigno del calibre del equipo, menos lo harán.