Tras el Torneo Apertura 2010, Hugo Droguett fue fichado por Cruz Azul y se sumó a La Máquina con los ojos llenos de emoción. Aquel mediocampista chileno que brilló previamente en UAG Tecos y Monarcas Morelia estaba cumpliendo un sueño: jugar en uno de los equipos más grandes de México.
Lo hacía con el deseo de trascender, de pelear por títulos, y con el convencimiento de que su estilo de juego encajaba perfecto con el equipo. Pero el fútbol, a veces, no perdona ni al más preparado. Su historia en La Noria terminó sin gloria, con graves lesiones, muchas expectativas y una gran desilusión, pero con la frente en alto.
Hoy, desde Temuco, enseña a niños lo que la vida le enseñó a él: amar el fútbol en todas sus formas. En una charla exclusiva con Vamos Azul, el ex futbolista de 42 años recuerda todo sobre su paso por Cruz Azul, su carrera como profesional y la vida tras el retiro.
La llegada soñada a La Noria
Con un traspaso que rondó los 3 millones de dólares desde Monarcas Morelia, Hugo Droguett aterrizaba en La Noria como una solución que podía aportarle frescura a un gran plantel. Compartiría vestidor con figuras como Chaco Giménez, Emanuel Villa, Jesús Corona, Gerardo Torrado y su compatriota Waldo Ponce. Enrique Meza era el técnico, y Alberto Quintano, otro chileno, el director deportivo.
Droguett lo recuerda con mezcla de sorpresa y emoción. “Fue lo máximo. Sentía que lo que me imaginaba se estaba haciendo realidad, que Cruz Azul estaba hecho para mí, por mi juego, por mi carácter”, confiesa. A pesar de que no tenía planeado dejar Morelia, la propuesta celeste lo descolocó y lo ilusionó.
“Recuerdo que las primeras fechas el equipo estaba volando, yo en lo personal era como que Cruz Azul estaba hecho para mí por mi juego, por mi carácter de ese momento. La gente estaba muy ilusionada con mi llegada porque me mostré como si llevara no sé cuatro temporadas en Cruz Azul donde no me pesó la camiseta“, rememoró el chileno con la emoción palpable en su relato.
El momento en que comenzó la debacle
Aunque inició con buenos minutos y se adaptó rápidamente, un episodio marcó el giro de su historia en Cruz Azul. Hace memoria y cuenta que fue en un duelo por la Concachampions ante Monterrey, donde sufrió una durísima patada tras robar un balón. “Sentía dolor, pero pensé que era producto del golpe. Seguí jugando… Al otro día me diagnosticaron fractura de tibia y peroné. Había jugado fracturado”, rememora con crudeza.
Esa lesión lo dejó fuera varios meses. Al regresar, no era el mismo. Volvió con presión, sin ritmo, y nuevamente cayó en una grave lesión, esta vez en los aductores, contra Jaguares. Las dudas comenzaron a rodearlo y su ciclo en Cruz Azul se apagó entre silencios. En total, apenas jugó 26 partidos, anotó dos goles y dio tres asistencias.
“Eso terminó por desvanecer toda mi estadía en Cruz Azul. Pues ya dos lesiones fuertes, el cuerpo técnico empezó a dudar de mis capacidades, yo creo. En la institución también, porque la exigencia es al máximo, si tú no andas los cambios son rápidos y así fue como pasó en mi caso“, explicó al respecto.
Salida hacia Corea del Sur: la reinvención de Hugo Droguett
Tras dejar México, el destino lo llevó a Asia: Corea del Sur se convirtió en una oportunidad inesperada. Allí defendió las camisetas del Jeonbuk Hyundai Motors y del Jeju United. Una experiencia radical en lo cotidiano y en lo futbolístico: la cultura fue un shock.
La seriedad, la distancia con los aficionados y las reglas estrictas marcaron su paso por Asia. “El idioma fue lo más difícil. No se podía bromear en el bus, ni poner música. Como extranjero, si fallabas dos pases, te sacaban”, relata. En lo deportivo, se encontró con una liga más exigente de lo que esperaba. Aun así, el balance fue positivo: fue titular, se sintió competitivo y volvió a tener protagonismo.
Lejos de casa y en un entorno muy diferente, encontró la fuerza para reinventarse. Corea fue un desafío, pero también una etapa de madurez. “Me fui, me arriesgué y me fue extraordinario. Había vuelto a mi nivel, estaba haciendo goles, asistencias… me ilusioné con que Cruz Azul pudiera buscarme de vuelta”, cuenta Droguett, con el brillo en la voz.
Aunque seguía perteneciendo al club, no recibió llamados. Al terminar su préstamo, regresó a su país sin presentarse ante la directiva ni al nuevo cuerpo técnico, liderado entonces por Memo Vázquez. “Debí haberme presentado. No creo que me iban a cerrar las puertas. Me quedó esa espinita“, reconoce con cierta resignación.
La claridad llegó, pero en forma de cierre definitivo: el club le devolvió su carta y dio por finalizado el vínculo. Más tarde probó suerte en Colombia, donde no encontró continuidad. El resto de su carrera, ya más estable, transcurrió entre clubes chilenos.
“Fue muy doloroso haber tenido que salir y de repente quedar como una de las mil promesas que pasaron por Cruz Azul, que impactaron mucho, pero que terminaron en nada”, lamenta.
Una nueva vida: del retiro como profesional al campo para formar a niños
Droguett se retiró oficialmente en 2022 tras pasar por clubes como Atlético Nacional, Cobreloa, O’Higgins, Antofagasta, Universidad de Concepción y Deportes Temuco. El cambio no fue fácil: “Prácticamente hice un hoyo en el sillón. No sabía qué hacer”, admite entre risas.
Pero el fútbol volvió a tocar la puerta. Se tituló como director técnico y fundó una escuela de fútbol infantil en Temuco, con la ayuda de un familiar. “Fue como una terapia, la verdad que me sirvió mucho. Compartir con niños que tienen diferentes ideas, enseñarles, ver cómo solo quieren jugar… Tenía ese pensamiento de poder poder enseñarles o explicarles a niños toda la experiencia que yo había obtenido durante toda mi carrera futbolística.”
Hoy, lejos de los reflectores, sigue ligado al deporte que lo formó. Sueña con ser parte de un cuerpo técnico o trabajar en Fuerzas Básicas. Su historia, lejos de quedar en el olvido, sigue escribiéndose desde otro rol: el de un formador. “Quiero abrirme el camino en el fútbol”, agregó.
“Siento que el día que me toque me va a ir bien porque tengo esa sensibilidad con el manejo de los jugadores. He aprendido de muchos técnicos, algunos más rudos, otros menos rudos. Uno vive con personas, no con el jugador, y me he tratado de nutrir de muchas personas”, sentenció rebosante de ilusión.