La final del Torneo Apertura 2008 entre Cruz Azul y Toluca significó un episodio decisivo para el árbitro Roberto García Orozco. Aquella tarde, una acción sobre César Villaluz que no sancionó como penalti contra el cementero lo llevó a pensar seriamente en abandonar su carrera.

En charla con W Radio, el ex silbante confesó que estuvo a punto de retirarse del futbol profesional tras esa decisión. “Sí pensé en retirarme. En ese momento yo dije: me olvido del arbitraje y me enfoco a hacer otra cosa. Al final el profesor Antonio Marrufo fue una de las personas que me apoyó y Aaron Padilla, era una persona noble y que al final entendía que era una circunstancia en un partido de futbol”, relató.

El ex juez también recordó la dificultad de superar ese pasaje. “Es algo bien difícil. El profe me decía que ahí es cuando tenía que demostrar de qué estaba hecho. Además fue complicado porque fue muy mediático. Yo no vi medios de comunicación en no sé cuántos meses, yo no quería saber nada de lo que hablaban. Después vi el partido, hice un análisis y en la vida del árbitro siempre va a haber errores“, añadió.

Las consecuencias no solo lo afectaron en el plano profesional, sino también en el personal y familiar. Sus hijos tuvieron que enfrentar burlas y críticas en la escuela a raíz de aquella final. Incluso, uno de ellos llegó a reaccionar de manera violenta por la presión que vivía día a día.

“Tengo tres hijos, en la escuela. Los mismos compañeros… Mi hijo el más chico estaba en sexto de primaria y golpeó a un niño que lo estuvo friegue y friegue, lo pegó un puñetazo y nos mandaron traer”, contó García Orozco. Una muestra de cómo el episodio trascendió la cancha e impactó en su entorno más cercano.

La jugada de la discordia

La jugada que generó la controversia ocurrió en el área cuando Villaluz, promesa de Cruz Azul en ese entonces, fue derribado por José Manuel Cruzalta. El atacante salió en camilla con una conmoción, algo que reveló como lo peor de su carrera. Al final, los Diablos Rojos se coronaron en los penales.