Basándonos en el viejo proverbio que afirma sin rodeos que la vida se compone solo de momentos, y dando un repaso a lo que ha sido la vida de Juan Reynoso, no resulta del todo extraño concluir que el entrenador peruano fue uno de los autores de esa cita textual en la que se intenta explicar el sentido de los días, y hoy, el justo el día en el que cumple 52 años de edad es un buen momentopara recordarlo.
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A la edad de 17 años, cuando militaba en las filas del Alianza Lima como una de las mayores promesas del conjunto peruano, el ahora entrenador de Cruz Azul sufrió una lesión en un entrenamientoque lo apartó de la convocatoria de los ‘Victorianos’en lo que sería un fin de semana que enlutó a todo el futbol mundial.
Fue el 8 de diciembre de 1987 cuando el vuelo chárter en el que viajaba toda la delegación del Alianza Lima se precipitó hacia el mar a escasos metros del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez. Los blanquiazules venían de disputar una jornada del campeonato local ante elDeportivo Pucallpa, equipo al que vencieron con 0-1 en el marcador.
43 tripulantes de aquel vuelo perdieron la vida en una de las tragedias más recordadas en la historia del futbol sudamericano y mundial, 16 de estos eran futbolistas.Solo el piloto de la aeronave sobrevivió al impacto final, y solo cinco jugadoresde la primera plantilla del Alianza no hicieron aquel viaje, incluyendo al mencionado Juan Reynoso.
El equipo de la capital inca terminó aquel campeonato con jugadores juveniles y elementos cedidos por parte del Colo Colo, conjunto chileno que se solidarizó con la causa y dio una muestra de solidaridad sin parangón hasta el momento. Para Reynoso aquel fue un hecho que marcó su vida, paradójicamente librándose de una situación que con seguridad se la hubiera arrebatado, así como le sucedióa gran parte de sus compañeros y con todo el cuerpo técnico que le auguraba un gran futuro dentro de los terrenos.
Hoy más que nunca, festejamos la vida del estretega peruano, quien celebra su primer cumpleaños como director de Cruz Azul, después de haber plasmado su nombre en la historia como el director técnico que le bordó la novena estrella al escudo. ¡Felicidades, profe!
