Un panorama muy distinto tenía el Estadio Azul, pues había motivos para celebrar y estar confiados. La afición celeste llegó tranquila a su casa, su templo azul, pues sabían que se enfrentarían a un equipo desangelado, del descendido Estudiantes. Apenas 10 aficionados que llegaron a apoyar a los visitantes, contrastando con un estadio azul casi lleno, aunado a una promoción realizada por la directiva en la que niños y mujeres entraban gratis al inmueble. Primer gol de Cruz Azul, y la afición sabía que la tarde sería de ellos. Segundo gol y la gente aseguraba ya el triunfo de los de casa. El inesperado regreso de la “ola azul” que hacia ya muchos torneos que no se presentaba, y es que la gente estaba contenta con su equipo, con el Cruz Azul que desde hace jornadas querían ver. Tercer gol y la algarabía inundó cada una de las butacas; cuarto gol y eso ya era una fiesta auspiciada con el grito de ¡Azul! ¡Azul! Quinto gol y la gente ya no tomó sus asientos. Niños, abuelos, padres, novios, amigos, todos satisfechos de que su amado Cruz Azul les está dando las alegrías que en varias jornadas les negó. La tarde estaba para celebrar con unos buenos tacos de bistec y unas cervezas; los pequeños aficionados pedían a gritos un delicioso helado; las señoras, fieles a Cruz Azul, acudieron felices a la tienda departamental que está junto al estadio para comprarse ropa, y hasta Juanito, el Juanito de la política, repartió besos, fotos, abrazos y apapachos a cada persona que se le acercaba. La gente estaba feliz pues su Máquina está de regreso. Por Rocío Yelitza.