Cuando todo parecía perdido, la afición cementera volvió a respirar. El reloj avanzaba sin piedad en el segundo capítulo del Clásico Joven por los cuartos de final de la Concachampions 2025, y Cruz Azul veía cómo se le escapaba el pase a semifinales. Pero la historia tenía guardado un capítulo épico más.
El comienzo fue prometedor. Ángel Sepúlveda, el delantero que se ha ganado el cariño de toda la nación cementera, abrió la cuenta tras una asistencia quirúrgica de Mateusz Bogusz. El gol tempranero ilusionó a todos con una noche de gloria para borrar los fantasmas del 2024.
Sin embargo, el complemento trajo nubarrones. Un error en la salida del propio Bogusz fue capitalizado por América, que encontró el empate con un tanto de Álvaro Fidalgo. Con el gol de visitante a su favor, las Águilas se sentían semifinalistas.
Y ahí, cuando más oscuro parecía todo, apareció otra vez el ángel del gol. Tras un centro perfecto de Nacho Rivero desde la derecha, Sepúlveda se elevó en el área como los grandes artilleros y conectó un cabezazo demoledor. Gol y delirio para Cruz Azul. La euforia se desató en CU. La Máquina volvió a la vida cuando más lo necesitaba, y con coraje, cabeza y corazón.