A principios de los 2000, Cruz Azul vivía tiempos intensos. En lo deportivo, tuvo a un delantero imparable que hacía goles casi cada fin de semana. En lo institucional, las cosas eran mucho más turbulentas. Sebastián Abreu vivió ambas caras de la moneda: la de los gritos de gol y también la de una salida conflictiva que, dos décadas después, aún le genera resquemor.
Durante una entrevista con Yosgart Gutiérrez, el Loco habló con una honestidad brutal sobre lo que ocurrió realmente tras bambalinas durante su etapa con La Máquina. Desde su récord goleador hasta el conflicto con Billy Álvarez que derivó en su salida anticipada, el uruguayo no se guardó nada.
Abreu llegó a Cruz Azul en 2002 tras un paso por San Lorenzo, de Argentina, y el Deportivo La Coruña, de España. En poco más de un año dejó números difíciles de igualar: 57 goles en 54 partidos oficiales, además de un título de goleo en el Torneo Verano 2002. “Era jugar y goles, jugar y goles”, recordó con nostalgia y orgullo.
El conflicto con Billy Álvarez: contratos, presión y ruptura
La afición lo adoptó de inmediato. Todo indicaba que el club iba a ejercer la opción de compra; pero el cuento dio un giro inesperado. La bomba explotó luego de una derrota 6-1 ante Fénix en la Copa Libertadores. Según relató Abreu, la directiva de Billy Álvarez intentó que todo el plantel firmara nuevos contratos por la mitad del salario pactado previamente, como una forma de mostrar “mano dura” ante la prensa y la afición.
Convencido de que tenían el respaldo legal, el charrúa encabezó la resistencia. “Le dije a la banda: si nos mantenemos firmes, no hay posibilidad de que tomen esas medidas. Perder 6-1 está dentro de las posibilidades”, explicó. El enfrentamiento escaló y, finalmente, la directiva optó por dar de baja a los extranjeros.
Por otra parte, fue contundente al describir cómo lo marcó esa salida: “Me dolió la manera. Me etiquetaron como el problemático, el conflictivo. Visualizaba mi vida deportiva y familiar dentro de Cruz Azul y México”. Aunque luego jugó en otros equipos de la Liga MX, el vínculo con La Máquina era especial.
“Cruz Azul había calzado como anillo al dedo”, confesó. La ruptura, lejos de ser solo deportiva, fue emocional. Y el Loco no oculta que le quedó una espina clavada: la de no haber podido prolongar su legado en un club que lo recibió como ídolo y lo despidió en medio de una tormenta institucional.