Hay fichajes que no se entienden. El de Alejandro Faurlín por Cruz Azul es uno de ellos. Llegó en el 2017 a una plantilla que ya estaba cerrada, pero la insistencia de Paco Jémez en el arribo del mediocampista pesó en la decisión final. Con el aval de haber jugador en las ‘tres grandes’ de Europa (Liga Española, Premier y Serie A), el apodado ‘mago’ venía con un cartel importante, pero tras solo 120 minutos, su magia no fue tal…
Cruz Azul se hacía con los servicios del futbolista que llegaba proveniente del Getafe (España). Nacido y formado como jugador en Rosario (Argentina), el suramericano tuvo un bagaje destacable que lo llevó a River Plate, Marítimo (Portugal), Palermo (Italia) y QPR (Inglaterra); currículo sobresaliente que hizo crecer la expectativa que generó su llegada.
“Es un club grande y lo conozco desde la infancia, y me puso contento el interés, estoy contento de estar acá”, confesó apenas al pisar territorio azteca. En un acto inteligente, o demagógico ¿o ambas?, el rosarino afirmó que Cruz Azul “era el equipo más grande en el que había de jugar en su carrera”, declaración que se ganó el beneplácito de parte de la afición, que pasó de ver al argentino como un extraño al próximo ídolo celeste.
Pero como todo cuento llega a su fin, y en la mayoría de los casos este no es feliz, la aventura de Faurlín terminó cuando muchos creyeron que recién empezaba. A tan solo seis meses de su llegada, ponía rumbo de vuelta a España.Con La Máquina estuvo solo en dos encuentros, y para mayor desilusión, el día de su debut ante León, fue el protagonista por marcar un autogolen los minutos finales del encuentro.
Tras esosseis meses, Pedro Caixinha se hacía cargo del equipo, y desde un principio marcó distancia con el jugador. En total, el bagaje de Faurlín con los celestes se resumía en 120 minutos y un autogol. Cuando se concretó su marcha al Mallorca, una pregunta revoleó el ambiente de la afición: ¿y la magia de este dónde quedó?