“No vengo como solución…”, alcanzó a decir Edcarlos Conceisao en su presentación como jugador de Cruz Azul en vísperas del inicio del Torneo Bicentenario 2010. Esas declaraciones poco alentadoras terminaron por zanjar las esperanzas de La Máquina de encontrar al defensor ideal. Conseisao pasó tan inadvertido que pocos le recuerdan, salvo por un autogol que terminó siendo su peor condena.
El brasileño llegó proveniente del Fluminense (Brasil) y fue un pedido expreso del entrenador Enrique Meza, quien solicitó a la directiva cementera un defensor de garantías para solventar los problemas en la retaguardia que presentaba el equipo.
El jugador, en aquel entonces de 25 años, llegaba con buen cartel: joven y espigado, Edcarlos tenía experiencia europea. Estuvo una etapa con el Benfica de Portugal y además despuntaba en el Brasileirao, lo que lo hizo ser el candidato perfecto para comandar un nuevo proyecto en La Noria.
Conceisao solo llegó a disputar 15 partidos con Cruz Azul en los que no cumplió las altas expectativas que levantó en su llegada. Su difícil adaptación, tanto al país como al balompié azteca, le jugaron en contra al brasileño que pasó desapercibido en todo el semestre.
Su peor momento, y lo que terminó por finiquitar su salida del equipo, fue un autogol que marcó en el Estadio Azul ante Chivas. En ese partido, que terminó en empate a 1, Cruz Azul se quedó afuera de la Liguilla.
Tras solo siete meses en el equipo, el club lo cedió al Cruzeiro (Brasil) con una opción a compra y terminó por deshacerse del jugador. La carrera del joven zaguero continuó en varios equipos de Brasil e incluso llegó a enfilarse con el Seongnam de Corea del Sur. Actualmente, el defensor de 34 años forma parte del Juventude de la Serie B de Brasil.
Ha pasado el tiempo y muchos lo habrán dejado en el pasado mientras que otros aún se lamentan por su error, pero lo que no se puede quitar al jugador es que fuese profético y sincero desde el inicio; el siempre lo dijo: “no vengo como solución”, ya es problema del que haya creído otra cosa, ¿o no?