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Segunda entrega de la columna de opinión de Vamos Cruz Azul. En esta ocasión, nuestro analista realiza un informe sobre la categoría de Chuletita. Por Wziel Morgan (@wziel1).-
Hugo Sánchez hizo 38 goles en el Real Madrid en la temporada 89/90. Es una cifra impactante
, pero tiene una particularidad excepcional: todo esos goles fueron a un toque. Nadie podrá igualar esta singular estadística. JavierOrozco lleva nueve goles de 56 en su carrera en Cruz Azul casi con la misma fórmula. ¿Será una coincidencia? Las comparaciones -a pesar de lo trillado- son odiosas. Y las tentaciones de aislar a los centrodelanteros de sus contextos, también. Mucho ayuda que la maquina haya tenido suerte así como una gran armonía y pueda sostener un rendimiento a la altura de sus recursos. Pero parece excesivo medirlo a partir de las expectativas que generan sus futbolistas, de su status como institución y del supuesto que, en una categoría de exigencia, siempre debe ganar. Los mismos que pregonan la paridad adoptan una mirada excesivamente crítica cuando no gana. Claro, jugar sin responsabilidad resulta fácil. Total al “rival menor” nadie lo juzga. En ese contradictorio escenario, “Chuletita” se impone. Los delanteros tienen dos maneras de aparecer: a favor o en contra de la pelota. Es que en el fútbol se producen situaciones simultáneas. Las que giran alrededor del balón y las que están lejos -aquéllas que no entran en el cuadro visual del espectador ni de la televisión-. Entre unas y otras siempre habrá una conexión, más tarde o más temprano.
Cuando Orozco viene a la pelota juega sencillo, de primera, descarga al mejor postor. No gira con el balón, ni se entretiene, ni traslada. Tampoco lo anticipan. Se conoce a sí mismo. No hace lo que no sabe. Aparece para desaparecer. Apenas se deshace del balón, abre su zancada y va a buscar un espacio libre. Son automatismos que asimiló en la academia azul. Para jugar en contra del balón hay que ser un experto en el movimiento previo al último toque. Quedarse quieto significa ser una referencia para el defensor. Por lo tanto, se engaña en el desmarque: anunciando que voy adelante y alejándome o quedarme quieto y de pronto picar para aventajar al contrario. La interpretación es básica. Saber elegir el movimiento que conviene depende de la característica de la jugada. Eso Aldo lo conoce. Perfila su cuerpo de acuerdo a lo que le sugiere su análisis inmediato del juego. Por eso no necesita del control para acomodar el posterior remate. Comercializa al máximo sus atributos, algo que se entrena y se perfecciona. Además, tiene cualidades innatas y desplazamientos que fue incorporando como todo jugador que saca provecho de su experiencia. Los goles contra Monarcas fue un claro ejemplo. El cuerpo puede ser una oposición o una gran ayuda para que la pierna salga suelta. El lo ejecutó sin pensar. Fue un reflejo. Puede pasar gran parte del partido sin tocar la pelota y, aun así, mantiene el enfoque. Sus cualidades físicas no son la esencia de sus virtudes. Hay muchos futbolistas altos, elegantes y fuertes que carecen de su productividad. El secreto es el conocimiento. Muchas veces nos llama la atención lo extravagante, lo exagerado o lo ridículo. Pocas veces lo simple. Y “Chuletita” parece estar programado para lo sencillo. Utiliza un disco rígido y flexible.
Orozco, al cabo, se adaptó a un contexto diferente al de Hugo Sánchez y al de su propio pasado. Es un goleador universal y sin pasaporte. Da la impresión de que se lo podría ensamblar en cualquier sistema, en cualquier equipo, con cualquier compañero y en cualquier geografía. Cruz azul tiene un buen problema, porque ya podrá jugar Pavone y Teo Gutiérrez también comienza a pedir pista. ¿Qué hará Memo Vázquez? ¿Qué opinas al respecto? ¡Tu opinión nos interesa!
-La Voz Azul: El enemigo en casa ¡Sigue al autor de La Voz Azul en Twitter@wziel1
! Lo mejor de Chuletita httpvh:\/\/www.youtube.com/watch?v=oaZqYty5hhs