La eliminación de Cruz Azul en semifinales dejó una herida profunda entre los aficionados. A pesar de ir dominando la serie con una ventaja de dos goles, el equipo no logró sostenerlo y terminó despidiéndose de la Liguilla. Lo más doloroso, marcan desde varios sectores, fue la forma en que se cayó: sin claridad en la generación de juego, sin control en el medio campo y dependiendo de chispazos individuales.
Uno de los factores más notables fue la notable ausencia de Ignacio Rivero. El capitán celeste se perdió el duelo decisivo por la expulsión del partido de ida, luego de una fuerte entrada sobre Álvaro Fidalgo. Su baja fue sensible más allá de haber anotado el gol en el primer duelo: representa liderazgo, orden y empuje, cualidades que brillaron por su ausencia.

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Suspendido, el uruguayo presenció el encuentro desde las gradas, y sus reacciones a lo largo del partido no pasaron desapercibidas para toda la nación celeste. Durante varios tramos del encuentro, se lo notaba nervioso. Cuando Cruz Azul anotó y amplió la ventaja global, se levantó, aplaudió y se abrazó con los suyos, mientras lanzaba un suspiro de alivio. Aunque celebró el gol, lo hizo con mesura, consciente de que aún quedaba mucho por jugar.
Pero todo cambió con el penal convertido por Henry Martín. Captaron a Rivero con un gesto ambiguo: de inmediato se pone serio, como anticipando lo que se vendría para La Máquina. Se pone de pie, observa en silencio el campo de juego, con evidente frustración y buscando descargar dicha sensación.
El golpe final llegó con el segundo gol del América. En ese momento, los hinchas rivales que lo rodeaban lo festejaron con burlas y comentarios punzantes. Rivero, sin responder, mantuvo la calma. Se quedó quieto, sin mostrar ninguna reacción desmesurada mientras veía cómo su equipo quedaba eliminado y cerraba una temporada que prometía más.
El lamento de Tito Villa por la ausencia de Nacho Rivero
Emanuel Villa ofreció un contundente análisis en El Podcast de La Máquina. Allí, explicó que la ausencia de Nacho Rivero fue fundamental para el equipo. Para Tito, el uruguayo es un jugador indispensable para La Máquina y su falta fue determinante en el desarrollo del juego: “La presencia de Rivero es como si le quitaras a Fidalgo al América. Es un tipo irreemplazable porque genera eso: liderazgo, empuje, orden. El llevar la batuta delante muchas veces“.