El arranque de la temporada en San Siro no fue sencillo para Milan, que cayó 1-2 ante Cremonese en su presentación en la Serie A. Más allá del resultado, todas las miradas estuvieron puestas en Santiago Giménez, delantero mexicano surgido de Cruz Azul, quien cargó con el peso del ataque rossonero en una noche difícil.

La ausencia de Rafael Leao por lesión dejó al Bebote como único referente ofensivo. El ex cementero debió batallar en solitario contra una defensa que lo mantuvo vigilado constantemente. Aun así, su movilidad y capacidad de generar peligro fueron de lo más destacado en el equipo de Massimiliano Allegri.

El mexicano incluso marcó un gol que pudo cambiar la historia, pero la jugada fue anulada por fuera de juego. El festejo quedó en un suspiro y San Siro volvió a la tensión. Para Giménez, fue otra muestra de que no necesita mucho para marcar diferencia, aunque la falta de acompañamiento limitó su impacto.

Con el marcador en contra tras el tanto de Baschirotto, el local se volcó al frente. Giménez tuvo más participación, recibiendo balones de Luka Modric y Pervis Estupiñán, e incluso forzó intervenciones del arquero Audero. Su insistencia fue una de las pocas certezas ofensivas en un equipo que todavía busca consolidarse.

En el segundo tiempo se vivieron los mejores pasajes del Milan. El Chaquito volvió a tener oportunidades claras, combinándose con Pulisic y Fofana. Sin embargo, la contundencia fue esquiva y el guardameta rival frustró cada intento de su parte.

La ilusión terminó con la chilena de Bonazzoli, que selló la victoria visitante y apagó San Siro. Milan no logró reponerse y el esfuerzo de Giménez quedó sin recompensa. Más allá del revés colectivo, el ex Cruz Azul dejó señales positivas justo cuando se había puesto en duda su futuro.