Cruz Azul no acababa de salir de un escándalo, cuando ya estaba metido en otro, y así parece ser siempre la trama interminable en su historia. ¿Y la afición dónde queda? ¿Qué piensa? ¿Dónde está?

Todavía no terminábamos de reponernos de la salida de Ricardo Peláez y el regreso de Víctor Garcés que estremeció al club y un nuevo golpe nos llegó de sorpresa, cuando menos lo esperábamos, en lo más sensible que puede tener alguien: la ilusión.

Nos enteramos que el desagradable trio, que se ha ganado con gran mérito nuestro odio, se llenaba los bolsillos cada que La Máquina perdía una final. 40 millones de dólares para ser exactos, según reveló el semanario Eje Central en su reportaje “El negocio de la derrota”, con documentos en mano para no dar lugar al escepticismo, y es que sí, parece increíble, suena tan malvado, tan cruel, pero a estas alturas tampoco ya nada nos sorprende de los Álvarez y su cuñado.

Y pensar que nosotros lloramos todas esas finales. Siempre fue lo mismo, no fallamos ni una sola vez en el ritual: Creer firmemente que esa final sí la ganábamos, pagar los boletos carísimos para alentar desde la tribuna, pagar el viaje a la cancha que fuera, dejar el alma en el tablón y al final, cuando creíamos que la novena era nuestra, ocurría lo impensado y nunca llegó. Así 22 años.

Y entonces, Cruz Azul goleó al América por 5-2, algo que nunca en la historia había ocurrido, lo humilló y humilló al portero que siempre opacó a Jesús Corona gracias a Televisa; nos reímos del crema porque se lo merecía y nos creímos poderosos. Y aquí estamos de nuevo, creyendo que el equipo al que amamos aún puede ser campeón, sacando de los bolsillos la calculadora y lo que nos queda de ilusión para hacernos creer a nosotros mismos que lo novena no es algo imposible este año.

Mientras tanto Víctor Garcés “promete” que Carlos Hurtado no tendrá más injerencia en el equipo y le recrimina a Guillermo Álvarez por todo el dinero que gastó estos años que él se mantuvo en las sombras, ávido de más dinero y más poder. Quiere hacernos creer que con su “reestructura” el equipo va a renacer mágicamente y que al cambiar los contratos de los jugadores ellos dejarán todo en la cancha. Como si hubiera alguien que todavía confíe en este señor.

Y en lo deportivo, porque sí, es lo que debería importarnos, La Máquina llegó a 16 puntos y está a sólo dos del octavo lugar; le queda por enfrentar a Morelia, Tigres, León, Santos y San Luis y una fecha de descanso. El cuadro lagunero es el segundo mejor equipo, la Fiera el quinto y los felinos el sexto.

Es cierto que el equipo mostró una gran mejoría en su último partido bajo el mando de Siboldi y que aún puede calificar, increíblemente, a la Liguilla, pero no perdamos la cabeza, seamos realistas, dicen que para no sufrir desilusiones no hay que generar expectativas. No nos conformemos, no perdonemos y no olvidemos, por favor. Que esta vez no haya lágrimas que le llenen los bolsillos a terceros.