“Ya no trabajas para Billy Álvarez. Y además queremos el título”, el mensaje, tajante y autoritario, fue el que extendió la nueva directiva de Cruz Azul a Jaime Ordiales. Las palabras corresponden a las condiciones que han puesto los nuevos jerarcas para que el director deportivo continúe en su puesto.

A raíz de los distintos problemas institucionales en que se ha visto sumergido el equipo, el directivo ha sido la cara visible del club desde que a Billy Álvarez se le acusó de malversación de fondos. Ajeno a todo el entramado de corrupción que pesa sobre el antiguo mandamás, la gestión de Ordiales se ha visto opacada por un tema que ha sido motivo de frustración en la historia de La Máquina: los fichajes.

 

En el segundo torneo desde su arribo al organigrama del club, Ordiales se ha caracterizado por la sobriedad con que ejecuta cada una de sus acciones. Y a diferencia de su antecesor, Ricardo Peláez, el dinero que ha gastado en refuerzos es poco; no obstante, los resultados no están a la vista, y hay más preguntas que respuestas a varias de sus apuestas.

El ‘tándem’ entre Peláez y Ricardo Caixinha, se gastaron cerca de 80 millones en fichajes, mientras que Ordiales ha invertido ‘apenas’ un total de 17,9 millones. A pesar de la módica cifra en comparación al pasado, son pocos los dividendos que han dejado esas operaciones: Luis Romo, Sebastián Jurado, Pablo Ceppelini, Ignacio Rivero, Joaquín Martínez, Lucas Passerini y Jonathan Borja han sido los jugadores que ha traído el directivo.

 

 

De todos, solo Luis Romo ha sido considerado por Robert Dante Siboldi para la titular. Jurado aún espera su momento, Borja y Ceppelini están en la rampa de salida, de Castro pocos se acuerdan, Passerini están en el Necaxa, y los dos últimos en llegar, ‘Nacho’ y Shaggy, parecen dos fichajes ‘fantasma’: nadie sabe donde están.