Cruz Azul vive de las emociones. Tras la euforia por la victoria ante Chivas en la jornada pasada del torneo Clausura 2020, pasó a la desazón por la lesión de Pablo Aguilar que tendrá que ser operado y se pierde todo lo que resta del torneo; en ese vaivén de sensaciones, Jaime Ordiales, director deportivo del club, tiene la tarea de mantener el equilibrio emocional y estructural entre una directiva que exige resultados con la mayor eficiencia posible, y un cuerpo técnico que solicita la mayor cantidad de recursos para alcanzarlos.
“Nosotros solo somos una parte de la estructura del equipo”, comenta. “Somos la cabeza visible de la institución cuando las cosas no salen bien. Y al momento de que los resultados no se dan, lo considero como un fracaso personal, pero aquí (Cruz Azul) todos saben cuál es su lugar y cuando me fueron a buscar les dije que me dejaran trabajar, pero no voy a prometer que el equipo vaya a salir campeón, no me compete. Solo somos una figura más, también están los técnicos, la plantilla, el presidente”, explicó Ordiales.
La figura del director deportivo ha cobrado desde hace años un papel vital en la estructura de cualquier club. Como enlace entre presidente y plantilla, el directivo ejerce de moderador y malabarista cuando se presenta algún problema. Para Ordiales la situación no es tan sencilla, y afirma que el puesto se ha estado sobrevalorando.
“Está sobrevalorado (director deportivo. Nosotros solo somos una parte de la estructura del equipo con las facultades justas para hacer el trabajo. Pero al final hay un presidente y dos vicepresidentes que saben cuales son sus funciones. Y además está el cuerpo técnico con el que tengo mucha comunicación. Cuando llegué había un hueco que llenar. Vine cuando era un momento complicado”, expresó.
Ordiales tiene una larga trayectoria como director deportivo. Antes de llegar a Cruz Azul, el también exfutbolista pasó por las oficinas del América, Necaxa, Guadalajara y Querétaro.