Conocido es su amor incondicional por Cruz Azul, equipo que lo situó en un pedestal en el que pocos jugadores nacidos fuera de las fronteras mexicanas tienen lugar. Desde su arribo hasta su marcha, Christián Giménez dejó su huella en cada temporada que disputó con La Máquina. Tanto fue su legado en el club, que dejó una semilla en la figura de su hijo que ahora está germinando y encaminado a seguir el rastro que dejó su padre.

A pesar de que se le reconoce con los colores celestes y además con el Pachuca, equipo con el que alzó el titulo de campeón en más de una ocasión, el Chaco Giménez tiene un pasado con el América, el segundo club por el que pasó en su aventura en el balompié azteca. Corría el año 2005 cuando se enfundó la playera azulcrema, un año después, se concretaba su salida a Los Tuzos sin que el propio jugador se enterara, algo que lo marcó y le dejó una espina clavada que en cada partido contra los americanistas se sacaba… si marcaba.

"Cuando salgo de América tenía contrato firmado por una cierta cantidad de años y de repente de un día para otro te dicen que no vas a continuar, que hay un cambio por un jugador de Pachuca a América y que yo iba a Pachuca”, confesó el exgoleador cementero en una entrevista con TUDN.

Sin saber que en un futuro sería el futbolista insignia del mayor rival de los del Nido, el ahora entrenador del Cancún FC reconoció que intentaba marcarle al América en cada encuentro que los enfrentaba. Aunque al final, el traspaso le benefició: ese mismo año del cambio se clasificó con el Pachuca a la Copa Sudamericana, y ¿justicia divina? vencieron en la final del Clausura 2007, ¡al América!

“Como que esa rivalidad y ese juego sagrado que tenía por dentro lo quería transferir y quería cambiar en motivación para demostrar que laboralmente como jugador era bueno y que se habían equivocado", destacó.