Son unos traidores”, les gritó Sebastián Abreu a Oscar ‘Conejo’ Pérez y Francisco Palencia. La arremetida del delantero uruguayo fue sola una pequeña dosis de lo que vivió Cruz Azul en el Clausura 2003, temporada en la que un enfurecido Billy Álvarez decidió despedir al técnico de aquel momento junto con toda la plantilla.

Mario Carrillo estaba al mando de aquel equipo. El comienzo no pudo ser peor: seis puntos en las primeras 9 fechas, pero el detonante del despido masivo fue la derrota en la Copa Libertadores ante el Fénix (Uruguay). 6-1 terminó aquel partido, en donde los charrúas humillaron al finalista de hacía dos años en la cita continental.

Al regreso a tierras aztecas, la paciencia de Billy había expirado: Carrillo, a la calle; y los jugadores, rescisión de sus contratos, con la posibilidad de renegociar por las 10 jornadas siguientes en el campeonato. Una condición que puso el mandamás de La Máquina, fue que tendrían un sueldo base, y ganarían más dinero si y solo si ganaban partidos. Además, transcribió que deberían sacar 23 de los 30 puntos restantes.

Esta decisión tomó por sorpresa al equipo, quienes se vieron aturdidos ante lo irreal del momento. No obstante, se formaron dos grupos: extranjeros y mexicanos. El de los primeros lo encabezaban el Loco Abreu y Julio César Pinheiro, mientras que los locales tenían al frente al Conejo y a Palencia. Juntos decidieron hacerle frente a Billy, y optaron por la rescisión de sus contratos.

Después de la tormenta, Cruz Azul consiguió ante Pumas su primera victoria del campeonato con un equipo plagado de canteranos, lo que impulsó a Billy a replantearse la decisión que muchos tildaron de extrema. Ante un nuevo llamado a los jugadores, Oscar Pérez junto a Palencia, y cuatro futbolistas más que se habían ido, volvieron con los cementeros para hacer el ‘borrón y cuenta nueva’.

Ante esto, Sebastián Abreu explotó y llamó “traidores” a sus excompañeros, quienes rompieron el pacto que hicieron de no volver al equipo por los desafueros de Billy. Pinheiro tampoco volvió, al igual que el grueso del grupo extranjero. De los once que en un principio decidieron partir, seis terminaron volviendo, en su mayoría los mexicanos, quienes mostraron luego su arrepentimiento por haberse marchado.