Cruz Azul siempre genera pasiones intensas y momentos inolvidables, tanto buenos como malos. Desde aquel campeonato de Invierno 1997 hasta las tantas oportunidades de gloria que se escaparon por detalles mínimos, los aficionados de La Máquina saben que cada encuentro puede definir no solo un torneo, sino también la historia de sus jugadores.
Entre los que dejaron huella está César Villaluz, canterano que prometía brillar y que vivió de cerca la montaña rusa de emociones que caracteriza al club. En ese contexto, una final era la posibilidad de inmortalizarse en la historia del futbol mexicano. Para él, 2008 representaba justamente eso, pero algunos momentos desafortunados se encargaron de marcarlo para siempre.
Durante la definición ante Toluca, un choque con José Manuel Cruzalta lo dejó fuera del partido. A pesar de que el contacto dentro del área parecía merecer un penal que podría haber dado ventaja a La Máquina, el árbitro no lo sancionó. Villaluz quedó tendido en el césped mientras Toluca se quedaba con el trofeo, frustrando así el sueño azul de ser campeón.
En entrevista con ESPN, aseguró que, aunque el golpe de 2008 fue aparatoso, no fue el momento más difícil de su carrera. La verdadera prueba, confesó, llegó después: una fractura de peroné durante su paso por San Luis complicó un intercambio con Tigres, dejándolo seis meses sin jugar por conflictos administrativos entre clubes.
“Se me fueron cerrando las oportunidades. Tigres creía que estaba lesionado y San Luis decía que no. El tema estaba atorado entre directivas y, al final, no pude ir a otro equipo”, confesó Villaluz, quien recuerda con frustración cómo esa tensión entre directivas pudo truncar su trayectoria.
¿Cuál es el sueño pendiente de César Villaluz?
“Lo que me faltaron fueron títulos en el futbol mexicano; tuve puros subcampeonatos. Jugué tres finales de liga y dos de Concacaf. Es la única espinita que me queda clavada”, recordó su experiencia dentro de la Liga MX. “En Cruz Azul me identifican bien y me relacionan mucho con la final de 2008. De haber sido campeón, pues, hubiera sido mucho más grande ese momento”, agregó.
Aquella final quedó grabada en su memoria como la oportunidad que pudo inmortalizarlo en los libros dorados de La Máquina, pero el destino decidió otra cosa. “Ganando quedas en la historia del futbol. Un día se sacan los libros y dirán: ‘en tal año, tal equipo quedó campeón y tuvo a tal jugador’. Eso es lo que te deja marcado de por vida”, reflexiona Villaluz.