Corría 1997 y Cruz Azul estaba a punto de romper una sequía de 17 años sin títulos de Liga. Aquel histórico equipo, dirigido por Luis Fernando Tena, marcaría una época. Mientras los nombres de Carlos Hermosillo, el Conejo Pérez o Juan Reynoso se volvían eternos, un defensor argentino recién llegado desde Deportivo Español se abría paso entre las figuras: Eduardo Fuentes.
En diálogo con Vamos Azul, Fuentes dejó en claro que su elección no fue casual. Tuvo en sus manos una propuesta de Boca Juniors (ni más ni menos que uno de los clubes más populares de Argentina), pero optó por La Máquina. “Me sentí ninguneado por la dirigencia de Boca. Me querían, pero no me valoraban. Cruz Azul fue distinto”, confiesa hoy, a la distancia.

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“Tenía oportunidad de quedarme acá en Argentina, pero decidí irme afuera y México siempre me gustó. Así que, probé y me fue bien”, relata. Y mal no le fue, en solo seis meses con Cruz Azul, Fuentes tocó el cielo con las manos dos veces: ganó la Concachampions y fue parte del plantel campeón del Torneo Invierno 1997.
Durante en la fase regular de aquel torneo tuvo participación. Y si bien una lesión muscular lo alejó de buena parte de esa Liguilla, volvió a tiempo. Entró de cambio en el desquite la final contra León y fue testigo de uno de los momentos más icónicos en la historia cementera: el penal de Carlos Hermosillo que le dio el octavo trofeo nacional.
“Ese es el recuerdo que tengo. Con la tranquilidad que lo pateó… impresionante. Tenía una paz en el área tremenda. Te hacía goles de todas las formas”, relata Fuentes, quien entró en el partido para ayudar a cerrar el título en el Nou Camp de León.

Carlos Hermosillo recibió una falta de Ángel Comizzo que le permitió marcar ese importante penal (X, ex Twitter)
Salida de Cruz Azul: una grave lesión que torció su destino
En total, Eduardo Fuentes disputó 26 partidos con la playera de Cruz Azul, anotó un gol y levantó dos trofeos, antes de pasar a Pachuca en 1998. Allí vivió otra historia: la permanencia de los Tuzos en Primera y una grave lesión que torcería su destino.
En Pachuca, sufrió la rotura de ligamentos cruzados y decidió regresar a Argentina para tratarse. “Decidí venir a curarme acá a Argentina, con médicos que yo conocía. Después de ahí, me hicieron mala praxis, entonces estuve un año y medio sin jugar“, comenta con resignación a Vamos Azul.

Además de Cruz Azul y Pachuca, Fuentes tuvo pasos por Irapuato y varios equipos de México (GENTILEZA)
Aun así, volvió a intentarlo: intentó en Racing, pero no llegó por los tiempos. Luego, regresó a la actividad en Lanús, y tuvo varios pasos menores en México (La Piedad, Irapuato, Celaya, Delfines), antes de cerrar su carrera en Ferro y El Porvenir, equipos del ascenso argentino. Finalmente, con 34 años, colgó los botines. “Cuando ya no lo disfrutás, ya está…”, dice.
¿A qué se dedica actualmente Eduardo Fuentes?
“Mi papá era carpintero, mi abuelo también, y desde chico aprendí el oficio. Ahora tengo mi propia empresa de carpintería, hago muebles a medida“, cuenta Eduardo, quien también fue ayudante técnico de Jorge Almirón (antes de que el hoy DT de Colo Colo de Chile diera el salto de Argentina a México) y es entrenador recibido en AFA, aunque confiesa que el ambiente del fútbol no lo sedujo para seguir.

Fuentes fue auxiliar de Jorge Almirón en Argentina, antes de que llegara a la Liga MX. (JAM MEDIA)
Lejos de los reflectores, el ex defensor vive una vida sencilla y plena: “formé mi vida por otro lado y vivo bien, tranquilo, sigo viendo a mis amigos. Voy a jugar al fútbol todos los jueves, juego al pádel, tengo mis tiempos y mis horarios, los manejo yo“. “Me siento libre”, sentencia.
Mientras muchos recuerdan el penal de Hermosillo, él recuerda el grupo unido, los entrenamientos “a cara de perro” y la emoción de salir campeón con La Máquina. Hoy, desde su carpintería en Argentina, sigue llevando consigo los valores que forjaron aquel inolvidable vestidor celeste: esfuerzo, compañerismo y una autenticidad que no abunda en el fútbol moderno.