La tarde del viernes 6 de junio quedará marcada como una de esas que dejan cierto sabor amargo en La Noria. Cruz Azul finalmente oficializó la salida de Vicente Sánchez luego de varios días de moverse en especulaciones, y aunque era un secreto a voces, no deja de sentirse como una injusticia. Porque se rompió el vínculo entre resultados (que era lo que se le exigía) y un reconocimiento que merecía.

El uruguayo termina yéndose por la puerta trasera, con un escueto comunicado y un video institucional, aunque su trabajo merecía mucho más. El reconocimiento quedará, sin dudas, cuando miremos hacia atrás y recordemos que fue campeón de la Concachampions, tuvo un 62% de efectividad, solo dos derrotas en 27 partidos, y con una racha de 19 juegos invicto. Números que cualquiera aplaudiría, pero en La Noria no sucedió.

Desde que asumió en el primer equipo, estuvo siempre bajo la lupa, siempre fue cuestionado. Aún cuando los resultados hablaban por él, parecía que su permanencia dependía de algo más que lo que pasaba en la cancha. La eliminación en semifinales del Clausura 2025 ante América fue el golpe que usaron para señalarlo, pese a que era apenas su segunda derrota al frente de La Máquina (y la última).

Con una final en puerta, pocos creían en él. Pero Vicente no necesitó discursos: respondió en el campo. Aquella noche mágica en Ciudad Universitaria, donde Cruz Azul aplastó 5-0 a Vancouver y se coronó campeón de Concacaf tras 11 años, el pedido de su continuidad retumbó desde las tribunas. Fue una suerte de reivindicación ante la afición. Y, aún así, no alcanzó.

Vicente Sánchez consiguió lo que varios entrenadores de renombre no pudieron

No es fácil meterse en las páginas doradas de la historia del club cementero. Y Vicente Sánchez lo logró: se convirtió en -apenas- el décimo entrenador en darle un título oficial a Cruz Azul, privilegio que comparte con leyendas como Raúl Cárdenas, Ignacio Trelles o Luis Fernando Tena. Lo que nombres como Martín Anselmi, a quien tanto alaban, Tuca Ferretti, Enrique Meza y varios más no pudieron conseguir.

¿No merecía, al menos, una oportunidad de encabezar el siguiente semestre con un plantel elegido por él? ¿No merecía continuar luego de cumplir las expectativas? Porque, si ser campeón internacional y haber perdido solamente dos veces en 27 partidos no es suficiente, ¿entonces qué se necesita?

La decisión final estuvo en manos de Víctor Velázquez e Iván Alonso, quienes tendrán que explicar por qué dejaron ir a un técnico que, con hechos, se ganó el derecho a continuar. El destrato que recibió Vicente Sánchez no es solo hacia él, sino que atenta contra la lógica misma que reina en la actualidad sobre el deporte: esa que exige constantemente resultados y éxitos.