Esto es como una broma de mal gusto. No es lo que esperábamos, no es el Cruz Azul que nos ilusionó, en el que creímos y nos hizo confiar ciegamente que la novena llegaría este año. El distintivo de “La Máquina” no lo merece más, no tiene hambre, ni ganas, ni futbol, ni nada. Es un extraño, completamente ajeno al equipo que merece llamarse GRANDE.

Qué lejos está de aquél equipo que le pintó cara al América en los Cuartos de Final del torneo anterior, el que encerró a su némesis, y de paso a sus fantasmas, y le ganó con una idea clara sobre la cancha, en comunión jugadores y estratega; con coraje, con la frente en alto, ofensivo y sin miedo. Ése es el Cruz Azul que nos hizo creer de nuevo.

Y qué decir de la escuadra goleadora que conquistó con autoridad la Súper Copa ante Necaxa, ese 4-0 nos advertía una mejoría en la zona de ataque y reafirmaba la calidad que se presumía en la defensa, obviamente comandada por uno de los mejores arqueros del futbol mexicano.

Llegó Juan Escobar para reforzar la lateral derecha, Pol Fernández en la media y está por llegar Brayan Angulo en el ataque que tanta falta nos hace, aunque seguimos rezando obviamente para que no se trate de un Edixon Perea más, luego de que nos emocionaron con elementos como Cavallini y Manotas.

Nada de eso alcanzó. Hoy Cruz Azul fue exhibido por un estratega grande, pero con equipo chico, fue humillado y dejó al descubierto sobre la cancha cada una de sus carencias, dejando más dudas que certezas acerca del rumbo del equipo este semestre. Dos puntos tras tres jornadas. La cara de Pedro Caixinha desde la banca era el reflejo de la impotencia que todos sentimos.

Pero este hombre aceptó que la de ayer fue la peor versión de los cementeros desde que llegó, asumió su responsabilidad y nos pidió calma. Sí, más calma, más paciencia, y advirtió que el equipo conoce su rumbo. Le tenemos que creer.

Lo de ayer fue vergonzoso, inaceptable y tendrían que irse todos, sí, pero apostemos a la única esperanza, y por ahí carta fuerte, que tenemos: la continuidad. El entrenador portugués lleva apenas tres torneos al frente de este equipo, él ha ido armando este plantel, lo conoce, conoce el futbol mexicano, ya fue campeón en el Máximo Circuito, y no se va a dar por vencido tan fácilmente si lo dejan trabajar. Dos títulos con Cruz Azul y una final se dicen fácil, pero sabemos que no lo es.

Dejemos que trabaje, no caigamos en la ira, no seamos presos de nuestra desesperación, los mejores resultados tienen como base un trabajo continuo, creamos en la palabra de Caixinha, en la de Ricardo Peláez, que ambos tienen argumentos para pedirnos paciencia, su trayectoria los respalda y sabemos de lo que son capaces de hacer.

Y no, no somos ingenuos, no se trata de dejar de exigir, simplemente hay que dejarlos trabajar, a ellos y a los jugadores, que bien o mal, ya están, no es momento de desistir y abandonar el barco, para eso están las “aficiones” de moda, nosotros no lo somos, no lo hemos hecho en tantos años, no lo hagamos ahora.

Como afición nunca hemos fallado, alentemos, estamos en la jornada tres y sabemos las bondades que brinda el formato de la Liga MX, estamos a muy buen tiempo de repuntar y depurar errores, tanto futbolísticos como mentales y si hay alguien que lo sabe hacer, ése es Pedro Caixinha. Aguantemos, un poco más, que la novena tiene que llegar, yo lo sigo creyendo y aquí voy a seguir cuando tenga que llegar.