Hoy podremos dormir tranquilos. La larga espera ha teminado. Fueron 23 largos años llenos de agonía, sufrimiento, tristezas, y muchas lágrimas. Juan Reynoso y un plantel de guerreros han vuelto a hacer creer a todo el futbol mexicano que Cruz Azul es un grande, un campeón, un agitador de masas. La afición hoy puede celebrar en medio de una desgracia mundial un título que llevan soñando desde el siglo pasado. Cruz Azul es campeón del Guardianes 2021 de la Liga MX. Por fin, el momento llegó…
Los primeros 45′ minutos fueron un infierno ‘mojado’. La lluvia que azotó a la Ciudad de México más el regado del campo en la previa del encuentro dejó un césped muy resbaladizo. Les costó a los 22 jugadores hacer pie en el Coloso de Santa Úrsula, pero más a los de Cruz Azul, quienes se vieron superados en cada zona del campo.
La pérdida de un hijo -aún sin haber nacido- debe ser uno de los dolores más profundos que ser humano alguno pueda sufrir. Si alguna conclusión dejó la primera parte es que Roberto Alvarado no estaba para jugar. Lo intentó de todas las formas, pero El Piojo tenía su cabeza en otros lares muy lejos de esta final.
Santos dominó durante toda una mitad que hizo renacer los fantasmas que ya se creían enterrados desde hace meses. Volvió la imagen de ese Cruz Azul asustadizo que no le hacía frente a una oportunidad que ellos mismos supieron ganar. Los visitantes tuvieron su premio al esfuerzo, y al minuto 36′, y tras un trallazo desde fuera del área, Diego Váldesponía el primero, empataba la serie, y hacía temblar todos los cimientos de La Máquina.
Segundo tiempo
Santiago Giménez y Yoshimar Yotún fueron dos válvulas de escape. La entrada de los dos en detrimento de El Piojo y de Orbelin dieron un aire nuevo al equipo, que salió más decidido y en busca del arco rival. Apenas a los cinco minutos de iniciado el complemento, Jonathan Rodríguez ‘hizo su magia’ y definió a bocajarro tras un gran pase de Yoshi.
Afortunados los que estuvieron cerca de los vestuarios y escucharon el discurso de un Juan Reynoso que revoloteó a sus pupilos. El segundo tiempo de Cruz Azul se pareció más a lo que se vio durante todo el torneo: agresividad, velocidad, repliegues, contundencia, intensidad, y sobre todo, mucho corazón.
El desarrollo de la segunda parte se vivió con un cuchillo entre los dientes. Cada zancada de Santi presagiaba el gol de la tranquilidad, y cada arremetida de Santos venía de la mano de un silencio que hacía recordar las peores noches que ha vivido el club a lo largo de estos 23 años de sequía.
El Bebote se graduó como jugador de Cruz Azul estas últimas semanas de competencia. De sus pies salieron goles y jugadas que han llevado a los cementeros a su novena estrella. En las gradas del Estadio un Chaco Giménez emocionado respiraba con calma al saber que su legado ya ha sido tomado.
Los minutos se fueron consumiendo y las lágrimas empezaban a correr por los rostros emocionados de miles de fanáticos en el estadios y otros cientos de miles en sus casas. Jamás un equipo sufrió tanto. Jamás una afición lo mereció tanto. Es tiempo ahora de celebrar, somos campeones del futbol mexicano y eso nunca nadie no los podrá quitar.