Cruz Azul demuestra ante Vancouver Whitecaps por qué recibe el mote de La Máquina. Si bien se remonta a aquella seguidila de títulos obtenidos a comienzos de la década de 1970, el equipo de Vicente Sánchez salió al Estadio Olímpico Universitario con una actitud arrolladora.
El equipo canadiense, que había dejado en el camino a grandes equipos de Concacaf en su camino a la final, no pudo contener la arremetida de los cementeros, que en la primera media hora de juego fueron demoledores. Un gol tempranero de Nacho Rivero, aprovechando una mala salida defensiva abrió el marcador, y varios minutos más tarde lograron ampliar al diferencia.
Los mágicos pies de Lorenzo Faravelli pusieron el 2 a 0 en favor de Cruz Azul. A partir de la presión alta que ejercieron los dirigidos por Vicente Sánchez, el argentino pudo recuperar el esférico en el borde del área rival y sacar un derechazo teledirigido hacia la portería canadiense. El poste le añadió mayor épica a su disparo todo el equipo salió a festejar con el mediocampista.