Se es de donde se viene. Así dicen los ancianos de los pueblos remotos, inculcando el sentido de pertenencia hacia los lugares de procedencia. Siguiendo el viejo aforismo, Luis Romo ha vuelto al que fue su hogar, su casa, de la que nunca debió partir. Pero como la vida es sabia, el central ha vuelto a su feudo y no tiene ninguna intención de salir.

Siendo apenas un niño de 14 años llegó a las instalaciones del equipo más grande de México. Los nervios, la falta de oportunidades, o simplemente el destino, hizo que en aquella ocasión no pudiera permanecer en el equipo. Fue en aquel entonces que los Gallos de Querétaro le tendieron la mano y allí se lo llevaron.

“Tuve un tropiezo muy pronto en Cruz Azul, pero supe levantarme; me fui a Gallos de Querétaro para seguir con el sueño. Encontré ese equilibrio y motivación que necesitaba. Son cosas que pasa uno y va forjando su camino”, cuenta el jugador en una entrevista a la Liga.

En el 2012 entró a la Sub 17 del equipo, y después de seis años, a los 23, hacía su debut en la máxima categoría del balompié mexicano. Hoy, Romo se ha convertido en uno de los mejores refuerzos, no solo de Cruz Azul, sino de todo el Clausura 2020 de la Liga MX. Su vocación ofensiva no ha mermado y ya ha anotado dos tantos para la causa del líder del campeonato.

“Bueno, eso viene porque yo era delantero. Cuando jugaba en ligas amateur, siempre estaba a la ofensiva. De hecho, me hice defensor cuando llegué a Cruz Azul en mi primera etapa hace años”, comenta.

El defensor ha sido un fijo desde que llegó para el entrenador Robert Siboldi, y su firmeza en la zaga celeste es una de las razones del porqué del buen momento de La Máquina: lideres del torneo en solitario y máximos candidatos al título.

“Nos hemos dado cuenta que debemos dar todo en la cancha para tener una buena conexión con la afición, así debe ser Cruz Azul”, finalizó el jugador.