Julio Zamora llegó a Cruz Azul en 1993, proveniente de Newell's Old Boys de Argentina y con un paso por River Plate y Sevilla de España. Llegó como seleccionado nacional, ya que con la Selección albiceleste ganó la Copa América ese mismo año, junto con tres títulos nacionales en su palmarés personal.

Nada haría presagiar que el Negro dejaría una huella profunda en la Máquina. Estuvo en la plantilla hasta 1996, año en que se devolvió al elenco de la Lepra, y a pesar de convertirse en ídolo cementero, no alcanzó a levantar el título de Liga MX: solamente pudo ser campeón de la Copa México. De todos modos, cautivó a la afición de la Máquina con sus goles y su carisma.

Tras su retiro definitivo del futbol, en el 2000, Zamora se dedicó a ser entrenador de futbol, y la mayor parte de su carrera la hizo en Perú y Bolivia. Sería en la ciudad boliviana de Potosí donde tendría su última aventura como DT, hasta que también debió dejar la carrera: el 5 de noviembre de 2017, el exdelantero sufrió dos infartos cerebrales mientras dirigía a Real Potosí, que lo tuvieron al borde de la muerte.

Zamora, al tiempo, viajó a México para someterse a nuevos tratamientos médicos que fueron financiados por la directiva de la Máquina, liderada en ese entonces por Guillermo Álvarez, quien también se hizo cargo de parte de las deudas que dejó el exfutbolista celeste con los hospitales en Bolivia, ya que su club no asumió la responsabilidad y lo dejó de lado, con demandas laborales incluidas.

Es más, el Negro se vino a vivir a México, en la ciudad de Querétaro, y un par de veces asistió al estadio a apoyar a su querido Cruz Azul. "Hablábamos con mi esposa y mis amigos de Cruz Azul y yo sentía la camiseta como si hubiese sido la primera. Un orgullo terrible, unas ganas terribles, esta es la devolución que hay de lo que uno hizo. Creo que algo di, algo dejé, pero yo elegí México en este momento porque me siento como en mi casa, como que nunca me tenía que haber ido", sentenció en 2019. ¡Enorme, Julio!