Cuando el río suena... El rumor de la salida de Igor Lichnovsky llegó como lo hacen esos fuertes ventarrones en medio del día más soleado: de manera inesperada. Fueron varios días de 'dimes y diretes' en donde la prensa y afición no daban crédito por la actitud de uno de los jugadores más regulares de Cruz Azul durante todo el Guard1anes.

Apenas ayer, después de una semana convulsa, Igor Lichnovsky abandonó Cruz Azul para recalar en el Al Shabab del futbol Árabe, conjunto en donde se reencontrará con su exentrenador, Pedro Caixinha. Su salida se produce en un momento delicado para cualquier equipo: en medio de la tempora, con el cierre de mercado 'en la esquina', y sin fuerza económica por los estragos de la pandemia.

Sin embargo, uno de los hechos más curiosos que ha dejado esta negociación ha sido la recurrente contradicción entre las palabras del zaguero chileno y sus posteriores acciones. Fue apenas hace un año cuando el propio jugador alzaba la voz y criticaba las formas como las que el mismo acaba de llevar a cabo.

Seria triste que alguien se bajara del barco antes de tiempo”, había dicho el suramericano en mitad de torneo del Apertura 2019. Según informaciones de aquellos días, Igor había recibido varias ofertas para abandonar a los cementeros, pero el propio jugador las había descartado convencido de seguir muchos años en La Noria.

Ahora, y con este nuevo desenlace, sus palabras parecieran haberse olvidado ante su "espantada" de La Máquina a mitad de campeonato. De manera extraoficial, se conoció que percibirá el doble del sueldo que cobraba con Cruz Azul, detalle no menor, pero que 'echa al traste' las buenas intenciones de sus declaraciones hace un año, y deja en evidencia una idea 'políticamente incorrecta' pero cada vez más certera: donde manda Don Dinero...