Ya no es el último, pero elcampeonato de Cruz Azul en la Primera División del futbol mexicanoen 1997 fue digno de un guión de película, en las que el héroe de manera legendaria se las ingenia para sellar la trama con un final feliz, para ganarse la ovación de todos y plasmar su nombre para siempre en la historia: Carlos Hermosillo fue ese héroe un día como hoy, el 7 de diciembre, pero de aquelInvierno del 97.

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Y es que, qué más heroico nopodría ser: el máximo goleador de La Máquina sangrando de la cara, con las costillas rotas cubiertas porun chaleco antibalas, minuto 100, empate a un gol en el marcador global y a punto de cobrar un penalti que podía coronar al conjunto cementero después de 17 años.

Foto: TV Azteca

Como suele ser tradición para Cruz Azul en sus últimas finales, en el partidodeIda tomó ventajagracias al solitario gol que Benjamín Galindo firmó en el Estadio Azul, el 4 de diciembre de 1997, sin embargo para la vueltase le complicó el partido y la derrota estuvo cerca.

Foto: JamMedia

Hay que recordar que el ‘Grandote de Cerro Azul’ no fue titular en el encuentro de Ida, ya que en el duelo de Semifinal ante Atlante sufrió una grave lesión en las costillas que le impidió disputar los primeros 90 minutos por el título.

Para el partido de Vuelta, disputado el 7 de diciembre de 1997, tampoco estuvo en la oncena inicial, pero siempre fue la carta fuerte de Luis Fernando Tena para algún ‘caso de emergencia’ en el Nou Camp, es así que luego del gol de Missael Espinoza al minuto 53′, para emparejar a un gol el marcador global, la entrada del ídolo cementero ya comenzaba a vislumbrarse.

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Y entró a la cancha al minuto 92, con un chaleco antibalas para evitar que un duro golpe agravara su lesión en las costillas, pero comotodos los referentes de equipo, no estuvo exento de ser lastimado de nuevo; pero su agresor lo encaminó a la gloria.

Fue en el primer tiempo extra, cuando fue brutalmente golpeado en la cara por el arquero esmeralda;Ángel Comizzo le dio una patada que de inmediato le abrió el pómulo y comenzó a sangrar, por lo que de manera inevitable, Arturo Brizio, el silbante de aquel ecuentro, decretó la pena máxima y sin expulsiónal argentino para que fuera él mismo la víctima perfecta de Hermosillo.

Y es que, qué escena más heroicapodría ser: Carlos Hermosillo sangrando de la cara, con las costillas rotas, minuto 100 y a punto de cobrar un penalti: El gol de oro con el que Cruz Azul conquistó la gloria después de 17 años sin título, su octava estrella, y la que hasta el histórico 30 de mayo había sido la última de su escudo.