Cuenta la historia, la más digna de contar, que en 1927 fue fundado uno de los equipos de futbol más grandes de México, en un rinconcito del estado de Hidalgo que en aquel entonces llevaba por nombre Jasso; los jugadores eran un conjunto de trabajadores de la cementera que comenzaba a construir sus pilares, sobre los que más tarde se consolidaría como una de las más importantes del país, y después de toda Latinoamérica: La Cruz Azul.

Así comenzó todo

Fue el 22 de mayo de 1927 cuando el doctor Carlos Garcés organizó al primer equipo de futbol de la Cruz Azul, el joven guanajuatense de apenas 27 años de edad era el dentista de los trabajadores de la fábrica, y quien en cada viaje a Jasso para atenderlos aprovechaba para contagiarlos de su pasión por la pelota; entonces, se convirtió en uno de esos pilares donde, a la par de la cementera, el club de futbol comenzaba a forjar su grandeza.

Así, posteriormente el equipo comenzó a competir en la división amateur, y entre los nombres de sus jugadores se encontraba la otra gran columna que impulsaría la historia de la institución cementera hacia lo más alto del futbol mexicano: Guillermo Álvarez Macías, un joven trabajador más de la empresa, quien jugaba como mediocampista y algunas veces como centro delantero, defensa central o hasta como portero, según los recuerdos de sus compañeros.

El sueño de cientos de trabajadores se vio consolidado: La llegada a Segunda División y el ascenso a Primera

Ese entusiasta futbolista plurifuncional, que jugó durante tres temporadas en el equipo, logró escalar en la cementera hasta que quedó al frente de la que ya se erigía como una Cooperativa, como presidente del Consejo de Administración y en 1955 como gerente general. Fue entonces que pudo proveer al equipo de La Cruz Azul con las mejores armas para que pudiera competir de manera profesional.

Fue don Guillermo, como era llamado de cariño entre la comunidad cementera, quien respaldó y le dio forma al proyecto para que el conjunto cementero diera el salto a la Segunda División, pues ya con la invitación en mano para participar en la temporada 1960-61, en la Copa Presidencial a manera de prueba, comenzó con la estructura de manera oficial, con la creación de una directiva que se encargara de los asuntos deportivos.

 

En 1963, el equipo quedó registrado de manera oficial con el nombre de Club Deportivo Social y Cultural Cruz Azul A.C. y un año más tarde, en 1964, se firmó el histórico ascenso a la Primera División, donde se vio consolidado el sueño de los cientos de trabajadores que creyeron en el club; así, en tiempo récord se adaptó el Estadio 10 de diciembre con todos los requerimientos necesarios para tener una casa digna del máximo circuito. El resto es una historia llena de gloria y grandeza.

Un equipo tan grande que hizo cambiar de nombre a una ciudad entera

Cuando dicen que Cruz Azul es un equipo que nació grande no se equivocan, es la mejor descripción que puede tener el club cementero, un equipo tan grande, incluso, que logró cambiarle de nombre a toda una ciudad para poder conservar su nombre, que ha sido su esencia y la identidad del sueño al que representa.

Una vez instalado el club en la Primera División, llegó el reclamo por parte de la Federación Mexicana de Futbol: Cruz Azul no podía llevar el nombre de una empresa, en este caso el de la cementera, pues así lo indica con claridad el reglamento. Entonces, la lógica y el corazón apuntaron primero a cambiarle el nombre a la tierra que vio nacer a la institución, antes que pensar, siquiera, en cambiárselo al club que ya había tenido sus primeros capítulos de gloria.

Es así que en 1968 Jasso fue rebautizado como Ciudad Cooperativa Cruz Azul, luego de que don Guillermo Álvarez Macías se dirigiera al gobernador en turno de Hidalgo, Carlos Ramírez, para solicitarle de manera formal el cambio de denominación para que así el equipo de la cementera pudiera llevar el nombre de una entidad y no de una marca comercial.

Hidalgo comenzó a quedarle chico a Cruz Azul

Entonces los títulos comenzaron a llegar y con ellos la popularidad de Cruz Azul alcanzó niveles insospechados, a la par que empezaban a llegar los refuerzos extranjeros; la etiqueta de 'grande' que Cruz Azul traía pegada desde su creación lo convertía en un equipo imposible de ignorar y así fue conquistando seguidores en cada cancha que pisaba.

Debido a esta euforia que generaba, la primera mudanza fue inevitable, con rumbo a lo más alto que podría aspirar y más acorde a su grandeza: la capital de México, el Distrito Federal, para hacer del estadio más importante del país su casa, la cancha que hace apenas un año había sido testigo de la consagración de Pelé como Campeón del Mundo. Fue en 1971 cuando Cruz Azul se marchó de Hidalgo para instalarse en el Estadio Azteca y comenzar la década más gloriosa de su historia.

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Ocho estrellas que respaldan la grandeza

Temporada 1968-69: Le puso un alto al ‘Campeonísimo’

Cinco años en el máximo circuito le bastaron para conquistar su primera estrella. El formato de competencia de aquel torneo, de la temporada 1968-69, aún era por puntos y el que más sumó en la fase final fue Cruz Azul y por eso se coronó como Campeón por primera vez. Lo hizo en la cancha del Nou Camp, ahí venció 3-2 al León para asegurarse el primer lugar de la competencia, siendo inalcanzable por el ‘Campeonísimo’ Chivas que le seguía los pasos de cerca.

 

México 70: El Tri con el corazón azul

El de México 70 fue por demás un torneo especial, en vísperas de la primera Copa del Mundo en el país; Cruz Azul no podía empezar la década de mejor forma, anticipando la era que estaba por dominar, de nueva cuenta el torneo se definía por puntos, y una vez más se aseguró la cima de la tabla, por encima del Rebaño; esta vez el festejo por la segunda estrella fue en el histórico Estadio 10 de Diciembre, aquel que un día vio forjarse al equipo desde sus gradas de manera, en 1970 lo estaba viendo vencer 2-0 al Pachuca para coronarse por segunda vez en la Primera División.

Por supuesto que el equipo cementero fue la base de la Selección mexicana que disputó el Mundial, aportando a nueve jugadores celestes: Munguía, Pulido, Bustos, Victorino, Alejandrez, Sánchez Galindo, Hernández Pat y Arévalo, todos ellos convocados por Raúl Cárdenas, director técnico que también prestó el todavía cuadro hidalguense a la causa tricolor.

 

Temporada 1971-72: La Máquina de la Cruz Azul arrolla al América

Y qué se puede decir de la década de los 70 que el futbol mexicano no recuerde, la que vio como protagonista a aquel equipo imparable y dominador absoluto que tuvo que ser comparado con una auténtica Máquina para tratar de describir su desempeño en la cancha, ese equipo que llegó a frenar al Campeonísimo y a postergar el vuelo del ‘ave’, el equipo que una década atrás había comprado Televisa para ser el antagonista perfecto de Chivas, el América.

Cruz Azul logró frenar a los equipos que siempre se han presumido como los más populares y ganadores del futbol mexicano, y prueba de ello, además de las dos estrellas anteriores y haber eliminado a los tapatíos en la Semifinal, fue la Gran Final disputada en 1972, cuando La Máquina no solo venció, sino que además goleó, 4-1 a los de Coapa en un partido único disputado en la cancha del Estadio Azteca. Así se consolidó la rivalidad con el acérrimo rival y también así, con la vuelta olímpica en su cancha se festejó la tercera estrella.

 

 

 

 

 

Temporada 1972-73. La batalla de Puebla

Ya con grandes figuras extranjeras en sus filas como Eladio Vera, Alberto Quintano, Alberto Gómez y Miguel Marín, quien no tardó en consolidarse como uno de los emblemas del equipo al volar bajo los tres palos como el mismísimo Superman para defender el arco celeste, Cruz Azul lo hizo de nuevo: La Máquina revalidó el título y se consagró como Bicampeón del futbol mexicano.

Fue en el Estadio Cuauhtémoc en el encuentro que se denominó como ‘La batalla de Puebla’, pues el título tuvo que definirse en una cancha neutral con un tercer partido, luego de que el flamante equipo capitalino empatara ante el León  1-1 en la Ida y 0-0 en la Vuelta. La Fiera se puso al frente desde el primer tiempo, pero Cruz Azul logró firmar la remontada por 2-1 para festejar la cuarta estrella en su escudo.

 

 

 

 

 

Temporada 1973-74. Un Tricampeonato histórico de ensueño

Ni en los mejores sueños de aquellos trabajadores de la cementera, que jugaban gratis y solo por amor en los inicios de este equipo, podría estar lo que ocurrió el 19 de mayo de 1974: Cruz Azul hizo valer su cualidad de grande, su distintivo de Máquina y reafirmó su dominio en la década al consagrarse como el Tricampeón del futbol mexicano.

El rival fue el Atlético Español y el escenario una vez más fue el Coloso de Santa Úrsula a reventar, entre la marea pintada de azul y las gargantas que estallaban gritando "Azul Campeón"; el equipo cementero se repuso de la derrota en la Final de Ida, con una contundente goleada en la Vuelta por 3-0, que dejó el marcador global 4-2 y la huella imborrable del mejor equipo de los 70, en la época más gloria de su historia y que respalda, sin lugar a dudas, su eterna grandeza.

 

 

 

 

 

Temporada 1978-79: Con dedicatoria hasta el cielo

Entre la quinta y la sexta estrella, Cruz Azul atravesó un duro momento en el que se vistió de luto, pues el 18 de diciembre de 1976 murió don Guillermo Álvarez Macías, pero nunca el legado que bordó con cada letra escrita en el escudo y las cinco estrellas que hasta este año le acompañaban.

Entonces, La Máquina, con el motor que echó andar aquel hombre casi un par de décadas atrás, llegó a la Gran Final del futbol mexicano para enfrentar a Pumas, un rival digno de presumir cuando la rivalidad incrementó con el también conjunto capitalino. El equipo cementero se impuso 2-0 en el partido de vuelta, suficiente para hacer estallar de nuevo el Estadio Azteca y mandar la sexta estrella con dedicatoria hasta el cielo.

 

 

 

 

 

Temporada 1979-80: El Bicampeonato. La última vuelta de La Máquina en casa

El 13 de julio de 1980 Cruz Azul festejó el Bicampeonato y su séptima estrella, sin imaginarse siquiera que con ello le estaba poniendo fin a la época más gloriosa de su historia. Todo fue fiesta en el Estadio Azteca, digno de una despedida, del adiós de la gloriosa Máquina de los 70, la que arrasaba con todo a su paso y conquistaba cuanto título se le pusiera enfrente; la de las cinco estrellas de Miguel Marín y que hizo de Ignacio Trelles el entrenador más ganador de todos los tiempos.

El equipo de las liebres tomó ventaja desde la Ida al imponerse ante Tigres 1-0 en el Volcán, y para la vuelta un empate a tres goles le fue suficiente para volver a gritar ‘Azul Campeón, Azul Bicampeón’ y dar la que hasta ahora sigue siendo la última vuelta que dio en su casa.

 

 

 

 

 

Invierno 1997: Una estrella que apenas alumbra la noche oscura

De manera tan inesperada como inexplicable, tuvieron que pasar 17 años para que Cruz Azul volviera a coronarse en el futbol mexicano. La fecha se la saben de memoria las antiguas generaciones y las nuevas, pues es la única de la que ambas pudieron ser testigos: Fue el 7 de diciembre de 1997 cuando llegó la octava estrella.

La imagen enmarcada de aquella Final en el Nou Camp es la del máximo goleador cementero con la cara ensangrentada y las costillas rotas, parado desde el manchón penal, con la mirada fija puesta en la pelota, a punto de fusilar a su agresor, quien minutos antes le había abierto el pómulo con una patada que pasaría a la historia: Carlos Hermosillo disparó y fusiló a Ángel David Comizzo para firmar el gol de oro y darle a los celestes su octavo campeonato.

Este es el último título de Liga del que se tiene recuerdo, una estrella que brilla en la oscuridad por la que ha tenido que atravesar Cruz Azul, producto de las malas gestiones y decisiones equivocadas, pero la grandeza se mantiene intacta, porque en cada estrella está firme el sueño de aquellos trabajadores de la cementera que lo dieron todo por ver consolidado un equipo de futbol, también, el legado del doctor Garcés y don Guillermo; el nombre de las leyendas que en la cancha dieron la vida por los colores y sobre todo, está impregnado el latir de cada uno de los corazones que desde las tribunas lo han dejado todo por amor a este club, las almas y las gargantas que han suplicado por la novena estrella, la que más tarde que temprano, en honor a esta historia tendrá que llegar.

¡Feliz Cumpleaños, Cruz Azul!