Este escudo, como la pelota, no se mancha. No se mancha porque es tan grande, que no lo alcanzan a ver desde abajo sus diminutos dirigentes y muchos de sus jugadores que no deberían vestir la camiseta, los falsos históricos y los que nunca debieron llegar. La historia de Cruz Azul no se mancha, porque su grandeza está muy lejos de los que quedarán señalados para siempre como los culpables de la última tragedia.

Culpable el presidente que desde que llegó no solo no ha podido consolidar un proyecto deportivo exitoso, sino que además destruyó el que por fin se había afianzado para hacer historia y conquistar la novena, con una leyenda de la institución como Juan Reynoso al frente y un grupo de jugadores que lo dejó todo en la cancha y hoy ya no está.

Qué cerca de repetir el oscuro pasado de Billy Álavarez y que lejos de respetar, siquiera, el legado que dejó su padre como uno de los pioneros para que el equipo de la Cruz Azul llegara al profesionalismo. Se colgó la medallita de la novena, salió en todas las fotos, pero nunca le ha preocupado lo deportivo, solo el poder en la Cooperativa que es lo que verdaderamente ha acaparado su atención desde que llegó; no designó dinero para fichajes dignos, regresó a Jaime Ordiales como director deportivo y le entregó todo el poder.

Juntos lo destruyeron todo. Cegados por los intereses personales y familiares, dejaron marchar a los pilares de la novena y llenaron al equipo de gente desconocida; todo sin un proyecto deportivo firme a la altura de la grandeza de Cruz AzulJaime Ordiales será recordado como el peor director deportivo de la historia, respaldado por un presidente sin carácter y que, en menos de dos años, también ya pelea con su antecesor por ser el peor de la historia.

No hay perdón por lo ocurrido el sábado, porque el escudo no se mancha. Quedarán señalados para siempre los dirigentes, el director técnico y los jugadores que se rieron en medio de la peor humillación en la cancha, los que ya no corrieron, los que no defendieron la camiseta, los que no hicieron nada para evitar la goleada. Ellos quedarán manchados para siempre, el escudo nunca, la grandeza de Cruz Azul sigue intacta y por eso,como afición, exigimos soluciones reales ante la crisis.

Si Diego Aguirre se fue, es porque nunca debió llegar, y si Cata y Baca son separados del primer equipo, es porque evidentemente no están a la altura para vestir la camiseta cementera y lo han demostrado partido a partido; pero, señores, no nos engañan, detrás de todo este desastre hay gente tomando decisiones y es ahí donde realmente debe haber cambios.

Que se vayan los que se tengan que ir y que lleguen solo los que lo merezcan; directivos probados, que no le sigan rindiendo cuentas a Ordiales; jugadores de renombre, que no les pese la camiseta, un director técnico que conozca el futbol mexicano y que sus credenciales lo respalden para llegar al banquillo. No queremos más desconocidos, ni nadie que no respete a Cruz Azul.

Urge un proyecto deportivo con proyección a futuro, sí potenciando las fuerzas básicas, pero también que pueda ser una realidad en el presente con representantes dignos, porque Cruz Azul está obligado a competir y a pelear por el título siempre. Urge que a los dirigentes y jugadores les den una vuelta por Ciudad Cooperativa Cruz Azul y el salón de la fama, para que se empapen de lo que significa vestir esta camiseta y que se enteren por qué este escudo, como la pelota, no se mancha.

 

 

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